Relato - Literatura fantástica
Estaba tan dentro de mí que olvidé mi instinto y curiosidad. Aún así, aquella tarde de lluvia, no teniendo posibilidad de salir a merodear por los alrededores de la mansión, decidí seguir explorándola por dentro. En todo este tiempo, no había advertido que una parte del empapelado del pasillo tenía las marcas propias de una puerta disimulada. El tapizado era de color burdeos y tacto aterciopelado. Pasé mis dedos y di con el artilugio que abrió de inmediato el acceso. Estaba oscuro, pero mis ojos suelen adaptarse rápido, y al poco rato advertí que del fondo de un pasillo estrecho subía una escalera en caracol. No me lo pensé dos veces. Ni previne la posibilidad de peligro. Miré a uno y otro lado y, aunque los retratos de los habitantes me miraban inquisitivos, me interné y cerré tras de mí. Quedé un rato esperando tranquilizarme, pues mi pecho acelerado parecía estar a punto de estallar. La emoción se había puesto en marcha porque, en el instante que se cerraba...