¿Miedo?
No creas que su mirada de susto es motivada por ese animalejo que parece observarlo con curiosidad. Ese niño tiene razones para no pegar ojo. Los golpes y gritos que tras las paredes se sienten, le advierten de un futuro negro e incierto. Las paredes son de papel. Todo se oye. Su habitación, colindante con la casa del vecino, es amargo refugio. No es maltrato de hombre a mujer. Es desolación ante el desahucio implacable. Golpes. Gritos y llanto. Mañana, sus amiguitos no estarán en la calle a la hora de los juegos infantiles. Se está quedando solo. El frío cruje las entrañas de su cuarto. ¿Miedo? Eso es terrible. El vecindario se está diezmando.